miércoles, 29 de julio de 2015

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ARGUEDAS Y LA MÚSICA


José María Arguedas es sin duda alguna, uno de los escritores más importantes del Perú. Sus aportes a la cultura peruana, empero, no se limitan al ámbito de las letras. Mucho le deben también los estudios de música andina al escritor andahuaylino. Creció en un ambiente rural, oyendo a los indios tocar el arpa, el violín o el charango, José María aprendió desde niño a amar la música de los Andes. Motivado por esa experiencia Arguedas luchó infatigablemente para darle a la música andina un reconocimiento mayor en los círculos intelectuales peruanos.

Arguedas fue un gran cantador en toda su obra, encontramos el cariño y la pasión por la música andina. En las grabaciones caseras que podemos escuchar, reproduce el canto del campesino, con sus inflexiones y giros particulares, pero sobre todo, esa poesía intensa que habla del amor y el respeto por la naturaleza, el trabajo comunitario, el amor de pareja, el dolor por el exilio, la nostalgia por el terruño y, también, la incomparable picardía e ironía quechua.
Para Arguedas, la música era  parte natural del ser inmerso en su medio, la naturaleza, el amor, sus relaciones en el trabajo, en la comunidad. Por ello, reclamaba su autenticidad entendida como formas musicales y signos comunicantes correspondientes a una realidad concreta y en curso histórico.

La gran labor de Arguedas, ya en Lima, fue la de recuperar el alma de sus paisanos y promover la música andina, hacerlos orgullosos de su cultura en medio del desprecio capitalino por todo lo “serrano”. Es así que frecuentaba a sus amigos como al violinista de “Ishua”, don Máximo Damián y conversaba con todos los exponentes del canto andino que solían presentarse en el entonces. Escribió artículos sobre música, sobre músicos y cantantes en importantes diarios, dentro y fuera del país. Por sus artículos encontramos géneros populares de las ciudades andinas como el yaraví y el huayno o géneros más rurales como el harawi o las huaylías indígena, prácticas musicales hasta entonces desconocidas por el mundo oficial peruano.


Pero su afán de difundir la música no quedó en mero esfuerzo teórico, mediando constantemente entre cultores de la música andina con gran arraigo indígena como Jaime Guardia y Máximo Damián y la más depurada intelectualidad peruana de su tiempo como Emilio Adolfo Westfalen, Arturo Corcuera, las hermanas Celia y Alicia Bustamante. Así llegó a funcionario. Durante el primer gobierno del arquitecto Fernando Belaúnde, como director de la Casa de la Cultura, Arguedas impulsó un registro de instrumentistas y vocalistas folclóricos para ofrecerles beneficios sociales y asegurarles una formación musical más sólida. Por si fuera poco Arguedas promovió las primeras grabaciones de música de los Andes para el consumo comercial, creando así una de las vertientes más importantes del mercado musical peruano, una vertiente que hasta hoy, aunque con altibajos, aún sigue vigente. 

ARGUEDAS EN PUERTO SUPE


Arguedas
El propio José María Arguedas da cuenta de sus nuevas intenciones literarias, después de la publicación de Todas las sangres. En marzo de 1965, anuncia en entrevista periodística que está trabajando en una nueva novela sobre la costa, y menciona sus avances.

Hacia diciembre de 1965 aparece la entrevista que le hace Tomás Escajadillo sobre el nuevo proyecto literario. Arguedas asegura haber comenzado una nueva novela llamada «Harina Mundo», de la cual dice tener listos ya cuatro capítulos, pero que por el momento ha suspendido el trabajo.


Arguedas y las hermanas Bustamante
Pero entrado 1966 Arguedas decide extender su proyecto a otros puertos de la costa y empieza a visitar el puerto de Chimbote, donde vive su sobrina Vilma, en lo que Sybila Arredondo llama «los comienzos de hurgar y ampliar más los conocimientos acumulados por su experiencia vital, especialmente en el pequeño puerto de Supe, durante las décadas del 40 y 50». Chimbote había sido también un pequeño puerto, de igual o menor importancia que Supe, pero con el auge de la pesca anchovetera creció de manera inusitada sobre sus arenales y humedales y ocupó el espacio vacío con una gigantesca invasión durante la década de 1960.

Hermanas Bustamante, Blanca Varela
y Fernando Sziszlo

Esta Obra tuvo varios nombres: «Harina Mundo», «Mar de Harina», «Jonás», «El pez grande»,  fue un proyecto literario, con el que quiso novelar «la transformación del Puerto de Supe», lugar donde había pasado los veranos entre 1943 y 1963 y que conocía muy bien. Como sabemos, Arguedas terminó convirtiendo ese proyecto inicial en El zorro de arriba y el zorro de abajo, un novela límite y relato ambientado en el puerto de Chimbote. Dos capítulos de esta novela sobre Supe fueron publicados en vida del escritor, «Mar de Harina» y «El Pelón».

En el Puerto de Supe, hay muchos que conservan la figura de Arguedas desde distintos ángulos. Gerardo Miguita, hijo del viejo Miguita, que empezó con la conocida tienda de abarrotes en el «crucero», mencionado en «El Pelón» y «Mar de Harina», señaló que había hablado con Arguedas sobre su proyecto literario por esos años. Otros que lo vieron más de lejos y eran muchachos entonces, lo recuerdan con humor mencionando que le decían “Chaplin", por la manera de caminar, con los pies hacia afuera.

Blanca Varela
La casa donde vivió Arguedas en Supe (jirón Lima 420) fue adquirida por Alicia Bustamante, su cuñada, hacia 1943, a un precio bastante cómodo, y fue habitada durante los veranos y tiempos de descanso entre ese año y fines de 1960. Acudieron muchos amigos a veranear y a visitarlos, entre ellos Blanca Varela, quien tenía una gran admiración por Arguedas y  Fernando de Szyszlo quien recordaba muy gratamente la casa y los momentos pasados ahí Tuvo el proyecto de hacerse él también una casa en Supe, y hasta adquirió un terreno en el cerro al frente de la casa de la calle Lima con ese propósito. Cuando viaja a Europa se lo vende al arquitecto Sarria, que construye esa casa en el cerro, la que terminaría siendo adquirida en los años sesenta por Luis Banchero  Rossi, y que finalmente es ahora la Capitanía de Puerto

ARGUEDAS EN LA LITERATURA

La literatura de nuestro país ha estado marcado por muchos escritores que reflejaron la realidad peruana, César Vallejo, Ciro Alegría, entre otros sin embargo la literatura indigenista y de la serranía no tomó mucha importancia sino con la llegada de José María Arguedas. El hombre que con sus escritos hizo más por las comunidades indígenas que lo realizado por todos los indigenistas anteriores. Arguedas dio una personalidad convincente en el plano literario a los indígenas, incorporándolos por la puerta grande, con su propio lenguaje, al ámbito de las letras peruanas. Este escritor, además, durante su fecunda existencia, en todos los actos de su vida, siempre tuvo en mente a los comuneros de su tierra, pensando en que ellos no eran cosa de un pasado que había que mirar con nostalgia sino que formaba parte de la esencia misma del futuro de su paria. Aparte de su vida literaria, la biografía personal de Arguedas, sobre todo en sus últimos años, fue bastante atormentada, debiendo soportar una tenaz lucha interior que finalmente lo llevó al suicidio en noviembre de 1969.

La imagen literaria de Arguedas se completa con sus Relatos completos, reunidos en 1975, y con importantes investigaciones antropológicas y folclóricas, además de su producción poética en lengua quechua.